Las Marias Lenguas.
Talpa de Allende.
En el siglo XIX en Talpa vivian cuatro comadres que se les conocia como las Marías Lunguas por que cada vez que se reuinian en la pila de las culebras (ahora así conocida) se la pasaban de arguenderas. En una de sus tantas reuniones llego el indio Macario, de quien se decia que era brujo otomi con poderes sobrenaturales, y al verlas que estaban chismorreando les advirtio que si seguian haciendo daños a las personas con sus chismes lo pagarian caro.
Y ellas, se rieron de el y lo insultaron entonces el les dijo; "Les di una oportunidad de cambiar y dejar sus malos habitos, pero toda accion tiene una consecuencia" entonces expreso un conjuro que nadie pudo entender tomó agua de la pila y mojo a las cuatro Marías.
Y en ese momento se convirtieron en serpientes, y ahora en la pila estan grabadas las cuatro serpientes y dejo de ser la fuente del fresnillo para ser la pila de las Culebras.
El charro montado.
En la plaza se iniciaron rumores sobre un sujeto que iba montado en un caballo negro al rededor de las 12 de la noche, se dice que el caballo lanzaba destellos de fuego por los ojos y que el charro tenía unas espuelas de oro; hacia su recorido desde Constitucion y desaparecia hasta la Calle Cuahutémoc , frente a la casa de la familia Fernández.
Se cree que el sujeto le habia vendido su alma al diablo, ya despues la gente comenzo a decir que el charro se robaba a mujeres llevandolas a la "zona roja".
Duendes de la higuera en el río.
Cuenta la gente que cerca de semana santa que en una higera junto al río, aparecen hombrecitos de color verde que buscan la manera de que los niños los vean, se rumora que los atrapaban y cuando encontraban al niño este aparecia con fiebre y no volvia a hablar.
La gente se puso de acuerdo para acabar con estos duendes e iniciaron haciendo guardia para poder atacarlos a escopetazos y cuando lo vieron los incendiaron; pero aún tienen miedo de que vuelvan a regresar.
La viejita del 10.
Tapalpa de Allende
Cuenta la leyenda que en los años 50´s una viejita iba a realizar su manda cuando murió; la cual era llevarle 10 centavos de niquel a la Virgen de Tapalpa, que era la moneda que su usaba antes.Poco a poco la historia fue cobrando fuerza y se comenzó a decir que la viejita vestía un traje blanco con la cara tapada e iba de puerta en puerta, tocando con su crucifico iba pidiendo 10 centavos; y se dice que la persona que no daba los diez centavos moría al igual que la que intentaba verle el rostro.
Pada Oda
Popular hombre delgado que traía un palo de escoba en lugar de bastón para apoyarse, es conocido porque vendía billetes de lotería en el centro sin un lugar fijo en las avenidas López Cotilla, Colón y Pedro Moreno. Su apodo se lo pusieron porque no podía pronunciar “para ahora” y decía “pada oda”.
Con el tiempo, se le entendió un poco más que antes, pues era un poco mudo y tenía problemas de la dentadura.
Él decía que le debieron de haber dado dinero en lugar de haberle hecho una escultura y una pintura, misma que se encuentra ubicada en la calle 16 de Septiembre entre López Cotilla y Madero en la agencia de la Lotería Nacional.
“El coyote del cementerio”
Según cuentan que antes que se formara el rancho del Tequesquite, éste fue una hacienda que tenía el mismo nombre, que cuando fallecía algún niño que después de sepultarlo se aparecía un coyote más grande de lo normal y que lo desenterraba para comerle algunas partes, motivo por lo que los familiares tenían que estar pendientes para que no sucediera tal acontecimiento.
Cuentan que se pusieron de acuerdo para matar a dicho animal; por lo cual le hicieron guardia durante días después de sepultar a un infante, para esto se turnaban pero no lograban hacerlo, porque cuando el coyote les veía el arma ésta no lograba percutir su cartucho y que a otros se les doblaba el cañón del arma como si fuera de tela, para lograr matar al coyote necesitaron bendecir con agua bendita sus armas y esconderse entre la maleza a un costado de la vereda por donde pasaba el animal para que no los viera. Después de que lograron matarlo comentan que amontonaron leña en torno al cuerpo del animal y le prendieron fuego para que todo terminara de una vez, pero existe el temor de que vuelva a aparecer por el lugar.
La leyenda de la diosa Tzapotlatena
Hace muchos años existió, entre los pueblos comarcanos en torno a la zona lacustre de la laguna de Zapotlán, una mujer, bella y joven, capaz de curar cualquier enfermedad, su nombre: tzapotlatena.
Ella era nieta de una de las damas más viejas y respetadas del pueblo de tlayolan, la tierra del maíz, ubicado junto al cerro del sochule y, por lo mismo, era bien vista.
Tzapotlatena era una mujer virtuosa, poseedora de poderes sobrenaturales, y gran conocedora de los beneficios curativos de las plantas, muy abundantes en el valle y montañas del entorno.
Un día, mientras estaba en el campo observando las plantas, un niño presuroso fue a su encuentro y le dijo que su madre gritaba y sufría mucho, y que su hermanito no podía salir de su “panza”.
Tzapotlatena fue rápido a donde la señora; al verla en tan mal estado, no sabía qué hacer, no le funcionaba nada. En su desesperación, mandó que trajeran una buen cantidad de resina (en aquel tiempo el valle era abundante en pinos), practicó unos emplastos y los depositó en el estómago de la señora. El dolor fue cediendo y el niño pudo nacer sano y salvo.
La joven tzapotlatena estaba sorprendida por los poderes curativos de los emplastos de resina, y lo empezó a practicar con cuanta parturienta lo necesitara. Y, además, también practicaba emplastos de resinas con otras peligrosas y variadas enfermedades, siempre resultando exitosa.
Pero llegó un fatal día. Tzapotlatena cayó gravemente enferma al ser picada por una serpiente. A pesar de que se le aplicaron los emplastos de resina, según su procedimiento, no reaccionó. Y ella, que había curado a tanta gente no podía curarse a sí misma.
Pasaron los días, y ella cada vez más pálida y delgada, y poco a poco su vida se fue extinguiendo, hasta que murió.
Fue sepultada con todos los honores, como si hubiera sido una princesa de gran estirpe, e inmediatamente fue elevada a la categoría de deidad, a quien se le invocaba cuando había algún enfermo en la población.
Tzapotlatena se convirtió en la diosa de los curanderos, a quien se le debe el gran legado del arte de curar mediante la aplicación de los emplastos de resina.
Por ser tan condescendiente hacía con quienes la invocaban, muy pronto se extendió su fama en toda la región, desde el reino de mechoacán hasta el reino cazcan; y tlayolan, por ser el centro de devoción, fue empezado a conocer como tlayolan-tzapotlan: lugar de mucho maíz y lugar sagrado dedicado a la diosa tzapotlatena o tzapotlatenenzin; aspecto que corroboró, muchos años después, el gran sabio y científico zapotlense don José maría Arreola Mendoza, al determinar que Zapotlán debe su nombre a tzapotlatena y no al árbol de zapote, como se ha creído.
Esa es la verdadera historia de tzapotlatena, la mujer que se convirtió en diosa.
Leyenda de las piedras del sochule o de "los compadres"
Las piedras sagradas del sochule, ubicadas en el macizo montañoso oriente, del majestuoso valle de tzapotlán, resulta ser uno de los complejos monumentales más asombrosos del mágico pasado de zapotlán. En el fuego nuevo de 1455, según el códice de Cuautitlán, nepohualco, rey de tlayólan, ofreció en sagrado sacrificio a su hija tonantzin, ya que por despecho o por rabia, deseaba verla alejada de tlalocatépetl, único hijo varón de su hermano menor nepohualpilli, a quien había aborrecido en vida porque siempre fue el predilecto de su padre, tan fue así que lo dejó como jefe de toda la comarca, hasta que falleció a causa de un mal. Al fallecer nepohualpilli, su hermano nepohualco, despojó de todo derecho a tlalocatépetl, aunado a que éste estaba enamorado de su hija tonantzin, quien a la vez le correspondía.
Tlalocatépetl, estaba llorando de impotencia, al ver que su amada tonantzin iba a ser sacrificada para agradar a las piedras sagradas, llamadas del sochule. Nepohualco estaba a punto de clavar la punta del cuchillo de obsidiana en el pecho de su amada hija, cuando de repente la tierra empezó a temblar, arrojando al precipicio, que está enseguida de las dichas piedras, al rey nepohualco.
Las piedras sagradas del sochule, lanzaron un ruido estruendoso, como el de un quejido, que inevitablemente asustó a todos los naturales que se encontraban en el lugar. Se habían cumplido los designios del chaman, cacama, quien había advertido al rey nepohualco que las piedras sagradas del sochule querían una ofrenda de amor y no de dolor.
Las piedras sagradas del sochule, cuya malformación geológica se debe a las caprichosas formas que quedaron, después de que hace ya casi 5,000 años, antes que la nada y el todo existieran, explotara el volcán, cuyo cráter se localizaba justo encima del sochule. Habían llegado al valle los primeros habitantes, y entre aquella primera tribu sin nombre y sin razón, nació un gran amor, que se cultivó día a día, como se cultivó el maíz, tan abundoso en el valle. En aquel tiempo ya temblaba la tierra, tanto más como hoy día —narraba el viejo cacama—. Los constantes estruendos del volcán estremecían a los desprotegidos pobladores del lugar. Cierto día, el volcán amaneció más furioso que otros días, lo que extrañó a la tribu; la tierra empezó a temblar con gran intensidad. Entonces él y ella, cuyos nombres se han perdido en el polvo del tiempo, corrieron hacia el volcán para ofrecer su gran amor en sacrificio, a cambio de que la catástrofe natural que amenazaba con acabar con los pobladores, se detuviera. El volcán estalló, y ante la angustia de los asustados pobladores del valle, que vieron su fin en aquel instante, observaron como la lava que había arrojado el volcán se empezó a derramar en frondosas cascadas de fuego, siendo los primeros que perecieron la noble pareja de enamorados. Sin embargo, como por encanto, la amenazante lava justo en ese momento se detuvo. La tierra se calmó y el polvo se disipó; y los lugareños que corrían despavoridos hacia el otro extremo del valle se detuvieron, y voltearon hacia atrás y vieron que el volcán había desaparecido, y en su lugar se localizaban un par de hermosas piedras, cual cabezas colosales, que parecían mirar a los pobladores en ademán de protección. Ellos interpretaron que aquella pareja de enamorados, se ofrecieron en sacrificio, como tal lo fue, quedando sus cabezas para la perpetuidad de los tiempos; y desde entonces decidieron honrarlas, ya que éstas se habían convertido en el símbolo de su protección. Las colosales piedras, tomaron un arraigo de veneración y las bautizaron con el nombre del sochule, que significa "lugar sagrado".
Cuando acabó el chaman de narrar la historia dijo a los presentes: por eso a las piedras sagradas del sochule se les debe ofrecer un sacrificio de amor y no de dolor, porque por amor los enamorados salvaron al valle de la terrible catástrofe, este valle que hoy nos cobija; y como símbolo de ese gran amor, quedaron esas piedras para la perpetuidad, asegurando la permanencia de los primeros pobladores de este valle, haciéndolos grandes y fuertes, cuidándolos y protegiéndolos para el resto de los tiempos, haciendo de nuestro pueblo, un pueblo eterno.
Ahora que todos se han enterado del porqué el enojo de las piedras sagradas del sochule, lamentan la muerte el egoísta rey nepohualco; y la feliz pareja, formada por tonantzin y tlalocatépetl, postrados, en bella ceremonia, unen sus almas para toda la vida, siendo testigos de esta dicha la piedras sagradas del sochule.
Un millar de aves primorosas levantan el vuelo; y una lluvia de flores multicolores enmarcan el jubiloso acontecimiento. Una vez más el amor ha vencido toda adversidad.
A estas piedras hoy día se les conoce como de "los compadres", y se encuentran enmarcadas en una leyenda que nada tiene que ver con lo que realmente pasó en ese lugar. La antigua leyenda se encontraba perdida pero hoy día se ha vuelto a rescatar, y como nuestro pueblo, quedará para la perpetuidad de los tiempos.
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